
Arturo Schianca: La vidalita
Si hay algo que nos haga amar la tierra donde nacimos, son sus cantos nacionales, la expresión más genuina del alma colectiva, las dulces melodías que jamás se olvidan y que son la patria misma. […]
Con esta reflexión, el profesor y estudioso Arturo Schianca (1889 – ?), introduce su libro Historia de la música argentina. Se trata de una escrupulosa recopilación de todas las danzas y canciones regionales de nuestro país, donde el autor nos ofrece un celoso detalle del origen y las características de cada una de ellas.
Siendo un verdadero conocedor e incansable defensor de nuestro folclore, tanto en la teoría como en la práctica, Arturo Schianca nos ayuda a esclarecer algunos de los muchos misterios e incógnitas que se presentan a la hora de desvelar el génesis de nuestra música, naturalmente contaminada por el paso del tiempo y el crisol de culturas.
La obra tiene por finalidad la pervivencia y difusión de nuestro legado músico cultural. En sus propias palabras:
No espero, ni deseo beneficios u honores; me basta con haber satisfecho mi ideal de amor patrio, consiguiendo que sus hijos por medio de este libro, puedan conocer en forma fidedigna esta parte tan importante de la historia de nuestro país.
Debe su nombre a la palabra vida, de la cual deriva, así como las otras voces vidala, vidita y viditay. Esta canción rioplatense, tuvo, junto con los Estilos, una marcada aceptación entre las niñas de la sociedad porteña que tocaban la guitarra en esa época. Su música es en compás ternario y de un sabor triste y muy delicado y su melodía aún se conserva tal cual fue en sus primeros años.
El metro poético es de seis sílabas, obligado en cuartetas y el motivo de su nombre lo origina la palabra afectiva del mismo, que a la vez hace de estribillo, figurando al final del primer y tercer verso de cada una de sus coplas.
Ejemplo de su letra más antigua:
Palomita blanca
iVidalita!
pecho colorado
por estar ausente
iVidalita!
su bien adorado.
Sangra tu pechito
iVidalita!
por ausente amor
yo te acompaño
¡Vidalita!
en tan cruel dolor.
Esta forma ha sido modificada en algunas partes del país, principalmente en La Rioja donde le han impreso un sello propio a la música y a la letra y denominada Vidalita montañesa, identificando su ritmo con el de la Vidala.
En prueba de esto transcribiré un ejemplo de la letra de Vidalita riojana, cedida gentilmente por el conocido escritor Perfecto P. Bustamante, de Famatina (La Rioja).
Copla
En esta rueda cantando
¡Vidita!
cada cual, copla ha de echar —
solito’ei de andar
y el que no echara su copla
¡Vidita!
la multa me ha de pagar —
solito’ei de andar.
Estribillo en coro o sola voz:
Solito’ei de andar
ya no l’ei de hablar
para que viva a gusto
me voy a’usentar.
Cada copla lleva dos estribillos distintos y un tercero que cambia la frase musical, formando la segunda parte de la Vidalita, el cual se repite obligadamente después de cada copla.
Como puede verse, hay bastante diversidad entre las dos formas, las que no obstante se indican con un mismo nombre, advirtiendo que en La Rioja se le dice Vidalita a la Vidala de esa región que difiere con la del Norte.
Cuando el ilustre escritor y eminente político riojano, Joaquín V. González, habla de la Vidalita, se refiere a la de su Provincia, cuya melodía es de un sabor musical puramente regional y que generalmente se ha cantado y se canta con acompañamiento de caja o tambor, instrumentos que nunca faltan en casi todos los hogares montañeses.
Texto extraído de Historia de la música argentina, Arturo Schianca, Buenos Aires, 1933.