Carlos Vega: la quena

La Quena es el más famoso de los instrumentos aborígenes americanos. La difusión de su nombre y la exaltación de sus atractivos se debe principalmente a incontenidos transportes literarios. Pocos ignoran la macabra leyenda del enamorado que hizo la quena con la tibia de su amada muerta; muchos conocen las páginas en que se ha exagerado la amargura de su acento, la impresión del efecto que produce y el encanto de la música que se toca en ella. Por eso es más conocida la fama que el instrumento. Parece necesario dar descanso a la fama y hablar objetivamente de la Quena, aunque no resulte tan entretenido.

Su anterioridad a la conquista es indiscutible por razones de diverso orden. Para la demostración plena basta su frecuente aparición en las tumbas prehispánicas.

Sin embargo, la aparición de su nombre en los vocabularios coloniales es relativamente tardía. Con la acepción de flauta no tenemos, al principio, sino la voz pingollo, por vez primera incluida en el Lexicón que publicó fray Domingo S. Thomas, en 1560 (pag. 60).

Su variante pincullu puede verse en el vocabulario de Diego González Holguín, impreso en 1608 (F5), en muchos otros posteriores y, muy variada siempre, en numerosos documentos antiguos y modernos. Vive en la corriente oral hasta nuestros días, y a veces se aplica a la Quena.

El mismo González Holguín da en 1608 la voz queppa que, con el significado de trompeta (pág. 305), se reproduce también hasta hoy. Ignoro si quena, con su sentido de flauta, tiene o no relación con esa vecina. El caso es que dicho nombre indígena se documenta por vez primera en el vocabulario aimara del P. Ludovico Bertonio, impreso en 1612, pero duplicado, así: “Flauta de caña. Quena quena” (243). Más tarde, en 1653, lo da el padre Bernabé Cobo, también duplicado: “Quenaquena es una caña sola como flauta, para cantar endechas” (cit. por D´Harcourt, 1925: 55).

CLASIFICACIÓN

Como la flautilla, pertenece la Quena al grupo de los instrumentos que encierran en el propio cuerpo tubular el aire que vibra por efectos del soplo contra una arista. Es una flauta sencilla, de un solo tubo, con pequeña muesca en el orificio receptor (sin canal de insuflación), longitudinal, con agujeros.

DISPERSIÓN

La flauta longitudinal se encuentra en todos los continentes. La América india, según André Schaeffner “[…] ayant été pour la flute un terrain d´evolution singulièrement étendu[…]” [1936: 249]. Con la muesca que caracteriza a la Quena, su área de dispersión es relativamente reducida.

Conformes con el cuadro que pone al día Karl Gustav Izikowitz [1935: 323-26], la Quena no se encuentra sino en parte de Sudamérica. Su área está limitada, al sur, por la línea Jujuy-Chaco argentino, y al este, por una recta tirada en la dirección del río Paraguay hacia el norte (aproximadamente). Es decir, que la Quena se halla principalmente en el centro-norte-oeste de Sudamérica.

Las de hueso se emplearon en la zona del Perú antiguo y se encuentran en torno a la cuenca del Amazonas hasta las Guayanas [Izikowitz: ibíd.: 320]; las de caña, antiguas y modernas, se hallan en el Alto y en el Bajo Perú, hacia el noreste hasta las Guayanas, y al sudeste hasta el Paraguay; las de piedra, en el Altiplano prehispánico; las de arcilla, calabaza y metal, en el Perú antiguo [Izikowitz, íd.: 321].

Fuera de la zona lindera con Bolivia, nunca hubo Quenas en territorio argentino con tal nombre y característica. En esa región se hallan hoy casi todos los instrumentos aborígenes bolivianos, pero, fuera de duda, su presencia se debe a un desplazamiento de población boliviana que se produce principalmente desde fines del siglo XIX hasta nuestros días. En Jujuy, la Quena sigue hoy, generalmente, en manos de sus portadores, y no se ha generalizado todavía ni entre los aborígenes naturales de la región ni entre los criollos. Sin embargo, crece día a día el número de nativos jujeños que adoptan la Quena.

Joaquín V. González se refiere en 1893 a la música que habría ejecutado el campesino riojano “en la quena de sus antepasados”. Hasta que aparezcan nuevos documentos en que se confirme la antigua presencia de la Quena en manos de los criollos argentinos, debemos aceptar la mención como una imagen literaria o, simplemente, como aplicación inadecuada de la voz quena a una flauta argentina de que hablaremos más adelante. A ella debe referirse Samuel A. Lafone Quevedo cuando habla en 1892 de “pingollos o flautas”, de Catamarca.

CONSTRUCCIÓN

Los materiales con que se hace la quena, son: caña, hueso, calabaza, arcilla y metal; excepcionalmente, piedra.

El largo del tubo es muy variable. En la Sección de Musicología Indígena del Museo Argentino de Ciencias Naturales tenemos un ejemplar, de caña, que mide cincuenta centímetros, pero este tamaño es excepcional. Corrientemente, miden de treinta a treinta y cinco centímetros. R. y M. d´Harcourt poseen varias de caña cuyo largo es de siete u ocho centímetros (1925:56). Tienen comúnmente seis o siete agujeros; más raras son las de dos a cinco y excepcionales las de ocho.

Trataremos especialmente de las más usadas en todo Perú y Bolivia, que son de caña. Estas Quenas se hacen a base de un tallo, por lo general cortado entre dos nudos naturales para evitar la interrupción que produciría el tabique interior. Muchas veces el extremo anterior se corta sobre el mismo nudo y se perfora el tabique sin eliminarlo totalmente. Se le saca al tubo una fina lonja de corteza, de dos o tres milímetros, a lo largo, de un extremo a otro, a manera de guía para poner en línea los agujeros y la muesca de la embocadura. La parte de la pared en que están los agujeros se llama superior; en posición de ejecutar, se denomina anterior la parte de adelante.

En la Quena típica de seis agujeros las perforaciones se hacen a distancias establecidas. Se marca la mitad exacta del largo total del tubo, y sobre la marca se perfora el agujero inferior. La mitad anterior se divide en seis partes iguales, y sobre las líneas divisorias se perforan los cinco agujeros superiores. El primero de ellos, contando desde el extremo anterior, está ligeramente desviado hacia el lado del dedo que lo obtura, no sé si por comodidad. Véase dos ejemplares, uno de frente y otro de revés, en la lámina P [en Apéndice II -Fotos], arriba.

En el extremo posterior se recorta la embocadura: una pequeña muesca rectangular, cuyo borde anterior, afilado ex profeso, cortará la ´cinta` del soplo. Se ha notado muy bien que la muesca antigua se hacía en forma de media luna.

EJECUCIÓN

Si hay Quenas que tienen desde dos o tres hasta siete u ocho agujeros, es claro que hay diversas maneras de tomarlas para obturar sus perforaciones. Nos referiremos, pues, a las Quenas más comunes, de seis o siete agujeros, que son las más adecuadas para traducir la música superior de los aborígenes andinos.

La descripción es laboriosa. Creemos que nunca se ha hecho en forma minuciosa, a pesar de la importancia que tiene para la etnomusicología.

Los dedos tienen la doble función de obturar los agujeros y sostener el instrumento. Forman un complejo sistema de tenazas. En las Quenas de seis perforaciones, índice y medio arriba, pulgar y anular abajo, articulan una de las tenazas que aprietan el tubo. El meñique se afirma contra el anular para ayudarlo a soportar la presión del dedo medio. El pulgar obtura el agujero inferior; índice y medio cierran los dos de arriba; anular y meñique no obturan, colaboran en la aprehensión. Obsérvese el dibujo.

Los dedos de la mano derecha forman otra tenaza secundaria en que la fuerza principal está a cargo de la oposición índice-pulgar. El pulgar no obtura; índice, medio y anular cierran los tres agujeros del extremo anterior; el meñique queda libre, aunque a veces se apoya en el extremo, arriba o abajo, para colaborar en el sostenimiento del cuerpo.

En la Quena de siete agujeros nada varía fundamentalmente. El agujero superior más lejano carece de empleo.

Ahora, si los dedos abandonan uno tras otro los agujeros para producir la escala, y las tenazas pierden la presión de arriba, ¿cómo se sostiene el instrumento? Los tres de la mano derecha se levantan sin inconvenientes, porque las tenazas de la izquierda bastan para retener el tubo; pero cuando le toca el turno al índice de la izquierda, que forma con el pulgar la última tenaza, todo el sistema de aprehensión peligra. Entonces el dedo medio de la derecha cae sobre el tubo entre dos agujeros, y restablece la tenaza primera. Hay en este punto recursos variados que sería largo enumerar.

En la ejecución de la Quena, el sostén tiene gran importancia porque los labios no prestan casi ninguna colaboración en este sentido. Son, sin embargo, un punto de apoyo. El extremo de la embocadura está simplemente aplicado al labio inferior de modo que la piel cierra casi totalmente la boca del cilindro. La muesca queda a la altura de la línea labial. 

Los labios se entreabren ligeramente, algo así como para articular la letra ´f` y un soplo achatado –técnicamente se dice ´en forma de cinta`– sale y choca contra el filo de la muesca. Vibra la columna de aire que contiene el tubo y el sonido se produce.

El sonido más grave de la Quena se obtiene dejando todos los agujeros tapados. Los siguientes, del grave al agudo, levantando, sucesivamente, los dedos en este orden: anular, medio, índice (derechos); medio, índice, pulgar (izquierdos). Nueva serie, una octava más alta, se consigue aumentando la presión del soplo y con la misma digitación. La obtención del más grave de esta serie se facilita destapando el agujero inferior. Es muy difícil producir los más agudos de la gama alta y, en todo caso, resultan desapacibles. Hay detalles de técnica personales. Destapando medio agujero se obtienen medios tonos; también se consiguen mediante complicadas combinaciones de los dedos.

La escala natural de la Quena es semejante a la diatónica mayor europea. Pero no igual. Se perciben diferencias de alguna importancia. El cuarto grado es algo más elevado. Las variaciones producidas por la diferente presión del soplo o por especial posición de los labios impiden mediciones exactas.

OCASIÓN

En el noroeste argentino la Quena se toca en verano, pero no es raro oírla en otro tiempo. Únicamente los hombres utilizan este instrumento.

QUENA Y PENTATONISMO

Por superposición de estratos culturales, es fácil encontrar, conviviendo en la misma región, dos o más cancioneros de diferente origen y carácter, y hasta de distintas escalas. En consecuencia, instrumentos de gamas también distintas. Cuando, discurriendo los años, uno de esos cancioneros domina a los demás o los excluye, pueden quedar los instrumentos de la música vencida al servicio de la música triunfante.

Los Incas prehispánicos tuvieron música pentatónica e instrumentos pentatónicos. Pero éstos se encuentran en las tumbas al lado de otros instrumentos que no son pentatónicos, que han producido las cinco notas,

y además, semitonos. Indudablemente, sirvieron a otra música prehispánica que no era pentatónica, y que no acertamos a identificar con alguna de las que sobreviven, si es que sobrevive.

Azares del subsistir, pues, desembocan en este hecho contradictorio: los descendientes de los Incas han conservado hasta hoy la música pentatónica, pero han abandonado casi totalmente los instrumentos pentatónicos. De modo que la música tradicional de cinco sonidos se ejecuta ahora en instrumentos de siete notas, como la Quena típica que hemos descripto.

MÚSICA

La Quena reproduce, principalmente, las melodías pentatónicas que atesoran los actuales descendientes de los Incas. En segundo lugar, se oyen en ella melodías híbridas, esto es, pentatónicas con semitonos o con otros elementos extraños al sistema. En tercer lugar, melodías criollas. En las ciudades o centros de alguna importancia, los criollos mismos, mejor dicho, los mestizos absorbidos por el ambiente cultural criollo, han introducido la Quena en las orquestas nativas. Esto es general en Bolivia y Perú. El criollo argentino no toca la Quena.

En Jujuy, como en el Altiplano y en las sierras peruanas, se oyen en la Quena, casi exclusivamente, los vivaces Huainitos, con su medio centenar de nombres distintos. Como instrumento rico en posibilidades, la Quena podría reproducir cualquier clase de música. Doy, a título de muestra, un Huaino que grabé en Jujuy.

Es común, en los centros criollos, el empleo simultáneo de dos Quenas afinadas a intervalo de tercera. Cuando el ejecutante toca solo, la afinación absoluta del instrumento no le importa; pero sí, cuando debe acordarlo con otro. En estos casos, para mayor precisión, aplica a la arista de la escotadura una pequeña porción de cera cuyo borde afina y estira. Así prolonga prácticamente el largo del tubo y modifica la altura absoluta del sonido.

Las melodías que tocan en sus Quenas los descendientes de los Incas, salvo raras excepciones, pueden figurar entre las más alegres del mundo.

Texto extraído de Los Instrumentos Musicales Aborígenes y Criollos de la Argentina, Carlos Vega, Argentina, 1946.

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