Carlos Guastavino

5 de abril 1912, Santa Fe.
29 de octubre 2000, Santa Fe.

El 5 de abril de 1912, nacía en la ciudad de Santa Fe, Carlos Vicente Guastavino, hijo de una sencilla familia de italianos formada por Amadeo Eusebio Guastavino (1885-1962) y Josefina Porucini (1887-1975). Como muchos inmigrantes, los padres de Carlos participaban asiduamente de actividades musicales. Su niñez, que transcurrió en su ciudad natal, estuvo por lo tanto matizada por encuentros sociales en los que se interpretaba algún instrumento. La guitarra y el mandolín eran las aficiones de sus padres, mientras que su hermano mayor, José Amadeo, intentaba hacer música tanto con el piano como con la guitarra. Su tío Pedro improvisaba en el clarinete y cantaba, en especial cielitos y tristes (o lo que entonces se entendía por tales en esa región de Argentina), melodías que Carlos guardaría en su memoria musical por muchos años, recordándolas con inmensa devoción.

Con apenas cuatro años, en 1916, Carlos inició estudios pianísticos con Esperanza Lothringer (1887-1960), entonces una joven profesora que había realizado su perfeccionamiento musical en Alemania. A la personalidad  rica, maternal y atractiva de la profesora, se sumó la disposición favorable del niño. Como sus progresos fueron en verdad muy notables, el 20 de noviembre de 1917 fue presentado en una audición de su Academia, realizada en el teatro Municipal 1º de Mayo de Santa Fe. Acompañando a un joven alumno de violín, Armando Baragiola, Guastavino interpretó Comme autrefois, opus 2, un pequeño dúo que su maestra le había dedicado.

Pero este periodo de aprendizaje musical fue muy breve, ya que el año siguiente ella decidió trasladarse a Buenos Aires y el niño quedó sin guía docente. Cursó los años escolares de la enseñanza primaria en el colegio jesuítico “Inmaculada Concepción” de Santa Fe entre 1918 y 1924, finalizando el primer ciclo como alumno externo.[…]

Ligado al coro de su escuela, ejecutaba en ocasiones también el órgano y solía pedírsele incluso, con apenas diez años de edad, que se encargara de acompañar  una de las celebraciones liturgicas dominicales completa, lo que realizaba con gusto, intercalando con frecuencia trozos musicales improvisados. Sobre el particular, dijo Guastavino:

«Entré al coro de niños del colegio. Cantábamos Ave María y cosas así… El director era un catalán, que tocaba el órgano […] y yo empecé a tocar. Improvisaba en el órgano… No sé bien que hacía… Pero no lo debo haber hecho mal porque siendo un chico de 10, 11, 12 años a lo sumo, él me dejaba como reemplazante en la misa de nueve, de los domingos. Él tenía que ir a la catedral los domingos a las nueve, entonces me dejaba a mí, en La Inmaculada. Así aprendí a tocar el órgano, con la pedalera completa. Claro, a esa edad se aprende todo.»

En 1927, según explica Amalia Pérez Chiara, Guastavino egresaba del Conservatorio Santafesino, instituto privado que si bien había sido oficialmente reconocido por el gobierno provincial entre 1900 y 1923, no estaba incorporado a la enseñanza oficial en el momento de su graduación.

Esta vocación, sin embargo, no impidió que paralelamente Guastavino continuara con la práctica del piano: realizó audiciones públicas con frecuencia y adquirió progresivamente reconocimiento artístico en el reducido ambiente de la sociedad de entonces. Entre 1933 y 1938 brindó varios conciertos en Santa Fe y otras localidades de esa provincia y también en Paraná, la capital entrerriana.

A fines de agosto de 1938, se trasladó a Buenos Aires. Gracias a una beca del Ministerio de Instrucción Pública y Fomento de la provincia de Santa Fe para perfeccionar sus conocimientos, se radicó en esa ciudad con el objeto de realizar estudios de composición en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico. Se reencontró entonces con Esperanza Lothringer, quien tenía a cargo una cátedra de perfeccionamiento de piano en el Conservatorio Nacional y continuaba ejerciendo su función de inspectora de música en el Ministerio de Educación de la Nación. Esto le permitió participar en sus clases como invitado y sumarse a alguna audición ofrecida por los alumnos. 

Guastavino realizó su aprendizaje de armonía, contrapunto y orquestación en el estudio privado de Athos Palma entre 1939 y 1940.[…] a poco de estar radicado en la Capital, en 1939, obtuvo, junto a Ernesto galeano, un premio del Ministerio de Cultura e Instrucción Pública por la Canción del estudiante, que se estrenó con la actuación de ambos autores al piano y el coro del Conservatorio nacional dirigido por Constantino Gaito. La indicación del Ministerio fue que la obra se publicara a través de la editorial Ricordi Americana, lo que permitió a Guastavino tomar contacto e iniciar con esta casa de música una larga y fructífera relación.

En 1940, obtuvo el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires por siete canciones, varias de ellas sobre poemas de Gabriela Mistral.[…] Las canciones premiadas fueron Hallazgo, Rocío, El vaso y Corderito (Gabriela Mistral), Trigo y cantar del tiempo alegre (Fryda Schultz de Mantovani) y Por los campos verdes (Juana de Ibarbourou).

Entre 1942 y aproximadamente 1959, Guastavino se dedicó centralmente a componer y a dar a conocer como pianista su propia obra, viajando solo o con diversos cantantes y pianistas que colaboraron en la difusión de sus obras vocales y para dos pianos. Esta actividad simultánea de creador e intérprete lo singularizó entre sus colegas argentinos aproximándolo a la figura de los compositores-pianistas del siglo XIX. En julio de 1942 estuvo en Bahía Blanca y en Tucumán, presentando sus obras junto a María de Pini de Chrestia, soprano argentina especializada en canción de cámara. En agosto de ese año, el barítono norteamericano Aubrey Pankey estrenó La rosa y el sauce en el Teatro Odeón de Buenos Aires.

Hacia noviembre de 1942, el Original Ballet Russe dirigido por W. de Brasil estrenó su ballet Fue una vez… en el Teatro Colón. Se presentó también en Chile, Perú y Brasil, en los meses posteriores. Durante febrero y marzo de 1943, el compositor realizó su primera gira extranjera: fue a Chile, actuó en ciudades de Santiago, Viña del mar y Valparaíso junto a la cantante rusa Esther Plotkin y el pianista Germán de Elizalde, e incluyó la capital mendocina, en donde brindaron un recital para radio Aconcagua. 

En abril y en septiembre de 1944, actuó respectivamente en el Teatro El Círculo, de Rosario y en el Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”, de Santa Fe, junto a la Cantante Concepción (Conchita) Badía. En octubre, volvieron a reunirse en la interpretación de obras para canto y piano en el Teatro Odeón de Buenos Aires.

[…]Durante los primeros meses de 1945, luego de un intercambio epistolar, Guastavino visitó al compositor español Manuel de Falla en su chalet “Los espinillos” de Alta Gracia, provincia de Córdoba. En julio de ese año el pianista checo Rudolf Firkusny estrenó su Sonatina en Sol menor en el Teatro Colón de Buenos Aires. En noviembre Guastavino viajó nuevamente a Mendoza, esta vez acompañado por el pianista Héctor Ruiz Díaz, con quien se presentó en el Teatro Independencia.

En el mes de febrero de 1949 tuvo lugar su tercera incursión fuera del país, en la ciudad uruguaya de Punta del este, y luego su tercera incursión extranjera, esta vez en gira por Brasil, donde ofreció conciertos en Río de Janeiro, junto a la cantante argentina Clara Oyuela. En agosto, Maria Sylvia Pinto interpretaba sus canciones en el Conservatorio Brasileño de Música de Río de Janeiro; allí mismo, en septiembre, también presentó sus obras la pianista Lydia Negri.

En junio de 1947 regresó a Santa Fe, a manera de momentánea despedida, nuevamente acompañando a Clara Oyuela. Luego, entre los meses de junio y septiembre, emprendió un primer viaje a Europa y actuó en Italia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, Portugal, España y Francia.[…]

En diciembre de 1947, Guastavino presentó su Canción de Navidad con texto de Francisco Silva, en el concurso organizado por la revista Vosotras, bajo el seudónimo de “Gabriel Mayor”, y obtuvo el primer premio.[…]

A comienzos de 1948, Guastavino realizó su segunda gira por Chile […] junto a Clara Oyuela.[…]

Por entonces, Guastavino fue convocado para ocupar el cargo de subdirector de la reciente creada Escuela superior de Música y Canto, dependiente de la Universidad del Litoral.. Actuó en el concierto inaugural en el mes de mayo, pero poco meses más tarde decidió aceptar una beca del British Council para trasladarse al Reino Unido, en donde permanecería hasta agosto de 1949. La misma le permitió participar en la actividad académica de la Royal Academy of Music, actuar en el Wigmore Hall en diciembre de 1948 y en las galerías RBA de Londres en marzo de 1949. Ese mismo año la orquesta de la BBC, dirigida por Walter Goehr, estrenó la versión de sus Tres romances argentinos, trabajo de transcripción que realizó durante su permanencia en esa ciudad. Asimismo, grabó para la BBC varias obras para piano y para la radio en Dublín […].

 A su regreso de Inglaterra, Guastavino ocupó por corto tiempo el cargo de vicedirector de la Escuela Superior de Música y Canto; albergaba el plan de volver a viajar a Londres, hecho que nunca se concretaría. En octubre y noviembre realizó una nueva gira por Brasil […].

Guastavino viajaba entonces con frecuencia por el país, con el auspicio oficial de la Dirección Nacional de Cultura, o bien por iniciativa de las instituciones musicales privadas de entonces.[…]

El momento solístico como intérprete en el Teatro Colón llegó para Guastavino – por única vez – en 1954. Bajo la dirección de Juan Emilio Martini, actuó en la interpretación de su único concierto para piano y orquesta, Romance de Santa Fe.

Para 1956; Guastavino realizó entre los meses de mayo y junio una gira por la URSS, China, Checoslovaquia […]. 

Al regresar de esta gira se presentó en el Teatro Rivera Indarte de Córdoba y en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral. Guastavino planeaba viajar al año siguiente nuevamente a Europa, pero su actividad artística y creadora lo retuvo en Argentina hasta que en 1959, con la asunción de tareas docentes en el ámbito oficial, cerró esta extensa etapa (de algo más de tres lustros) como pianista-concertista en gira casi permanente.[…]

En marzo de 1959, ingresó como profesor de Armonía en el Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo”, siendo rector Luis Gianneo. […]

Desde comienzos de esta década (1960) empezó a desarrollarse el denominado boom folclórico en la ciudad de Buenos Aires. En 1961, el compositor participó en radio y televisión, en un ciclo organizado y patrocinado por la entonces petrolera nacional YPF, junto a Los Fronterizos, Eduardo Falú, y Horacio Goarany, entre otros.[…] Durante 1963, varias intervenciones lo ligaron a ese ambiente.[…]

Su actividad continuó en paralelo en varios ámbitos: actuaciones públicas, docencia especializada y composición.[…] En 1966 se integró como profesor de Armonía al Conservatorio Municipal de Música “Manuel de Falla” y fue nombrado titular en el mes de junio. En septiembre fue designado en la cátedra de Coro y Práctica de Dirección en el Conservatorio Nacional de Música “López Buchardo”. En 1969, finalmente, obtuvo por  concurso el cargo de profesor de Armonía en el Conservatorio Nacional, en donde se desempeñaba desde 1959.

La década de 1970 marca el comienzo de la extensa etapa final, en la que el compositor recibió un reconocimiento y aprecio cada vez mayores hacia su obra.[…] En 1971, después de algunas indecisiones y de varios intercambios epistolares con el Ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Carlos Fleitas, Guastavino aceptó viajar a Montevideo para un homenaje que se le realizó en el teatro Solís. Su incomodidad y rechazo ante los homenajes quedaron claramente explicados en las dos cartas a Fleitas. La primera, del 5 de marzo, dice:

“No puedo impedir que se toque mi música en conciertos y en realidad, el saber que así sucede, siempre me da placer el encontrarme comprendido o revivido por otro ser que comparte las sensaciones que he tenido al escribir esas cosas. Lo que no me da placer es pensar que pueda rendirse homenaje a mi labor, pues considero que no he hecho nada diferente, sino es trabajar como todos lo hacen en sus disciplinas, en mi vocación de siempre, que ha sido la música.

[…] Me es difícil expresarle la confusión que me produjo recibir, hace un par de horas, su nota del día cuatro, confusión […] y premura por detener ese acto de homenaje que usted anuncia.[…] No podré aceptar tales honores estando vivo. Pienso que el hombre es muy frágil y el brillo de la obra impresa apenas disimula las grietas que aparecen por todos lados: una vez desaparecido, si alguien quiere honrarme, será diferente. las notas disonantes de la vida física quedarán amortiguadas en la distancia.

Si después de estas pocas y deshilvanadas consideraciones, usted quiere seguir adelante con su generosa y romántica idea, haré lo que de mí dependa por facilitar la labor […] Espero que no lo considere un desaire.”

La segunda carta, donde Guastavino informó que finalmente asistiría al homenaje, corrobora los sentimientos encontrados que le producían estas situaciones[…].

En 1973 consiguió su jubilación como docente en el Conservatorio Municipal[…]. El año 1874 marcó el final de sus tareas docentes en el Conservatorio Nacional de Música “López Buchardo”.[…]

La muerte de su madre y otras situaciones personales sumergieron a Guastavino en un periodo de introspección y de excesivo retraimiento. Esta etapa de la década de 1970 y parte del decenio siguiente se caracterizó por una limitación en su vida social, una suerte de necesidad de soledad, y el abandono casi total de la composición. 

Después de un considerable paréntesis en la actividad y una disminución en la difusión de su música de casi una década, Guastavino fue distinguido el 3 de mayo de 1987 por la OEA, en Washington, con la máxima distinción otorgada por ese organismo y el CIDEM (Consejo Interamericano de Música), “como testimonio y reconocimiento de la comunidad artística de las Américas por su extraordinaria labor creadora”.[…]

Ya en la declinación del siglo, y también de su vida, el creador santafesino ingresó en un período que podría llamarse de “contemplación”.  Un periodo en el que, en las vísperas del tercer milenio, solía suspirar sonriendo con ternura casi infantil por la sorpresa que le causaba la dimensión que había alcanzado la difusión de su obra. Numerosa correspondencia de los lugares más remotos poblaba su escritorio sin que alcanzara, por más afán, a contestarla. En graciosa paráfrasis de la poética de Hamlet Quintana tan visitada en su obra, consciente de que se acercaba al fin de su ciclo vital y satisfecho por gozar de la tranquilidad de lo que consideraba “un deber cumplido”, solía afirmar: “he vuelto a La edad del asombro”.

Para comienzos de 1997, por el deterioro de su salud, su familia decidió trasladarlo a Santa Fe. […]

Guastavino dejó de existir en su ciudad natal, Santa Fe, en las primeras horas del domingo 29 de octubre de 2000. Fue inhumado en el pequeño cementerio de San José de Rincón, localidad vecina a la capital provincial a la que dedicara su conocido Pueblito, mi pueblo. Allí descansa, arrullado en los atardeceres primaverales por la brisa de un sauce y mecido por la fragancia de los azahares.

Texto extraído de La obra musical de Carlos Guastavino -Circulación, recepción, mediaciones– Silvina Luz Mansilla.

error: Content is protected !!